lunes, 2 de mayo de 2011

BINTA Y LA GRAN IDEA

GUIÓN Y DIRECCIÓN
Javier Fesser

PERSONAJES
Binta: Zeynabou Dialló à Bignona
Pescador: Agnile Sambou à Mampalago
Soda: Aminata Sané à Oulampane
Souleyman: Ismaïla Hercule Diedhiou à Bignona
Madre de Binta: Fatuo Drámé à Mampalago
Madre de Soda: Awa Kébé à Mampalago
Padre de Soda: Fanding Diedhiuo à Oulampane

AÑO DE PRODUCCIÓN: 2004

NACIONALIDAD: española

IDIOMAS: Diola y francés con subtítulos en castellano

DURACIÓN: 29 minutos

BINTA Y LA GRAN IDEA

SINOPSIS
Binta tiene siete años, vive en una preciosa aldea junto al río Casamance en el sur de Senegal, y va al colegio. Su prima Soda no tiene la misma suerte. A ella no se le permite aprender las cosas que ignora de este mundo. Binta admira a su padre, un humilde pescador que, preocupado por el progreso de la humanidad, está empeñado en llevar a cabo algo que se le ha ocurrido.

NOTAS DEL DIRECTOR
He trabajado en varias ocasiones con niños pero nunca había trabajado PARA ELLOS.Y no me refiero a los niños como destinatarios sino como principales beneficiarios del asunto. Niños, esas personas a las que por desgracia no se les permite votar. Esos tipos bajitos que se cabrean como todo hijo de vecino pero que, al contrario de los hijos de vecino, tardan un minuto en olvidar, perdonar y volver a reír. Los niños todavía piensan que el mundo puede moverse por la risa y el juego. No utilizan el dinero. No saben usar la ambición para pisar al de al lado y no han instalado aún en su disco duro el concepto del odio y la destrucción.
Los niños contagian inevitablemente su amor a la vida y su forma de mirar. Una mirada empapada de curiosidad y de ganas de experimentar, de probar, de enredar.
Era fácil intuir que haciendo una película a medias con un buen puñado de ellos de una aldea perdida en el Africa subsahariana íbamos a aprender más nosotros que ellos. Pero nadie hubiera imaginado tanto. Ni tan hermoso. Ni tan útil. Ni tan imprescindible.
Todos los miembros del equipo hubiéramos pagado dinero por tener el privilegio de hacer este trabajo y sin embargo UNICEF nos ha permitido realizarlo gratis. ¿Se puede pedir más? ¿Qué hemos hecho nosotros para merecer un regalo así?
De todas formas, ni trucando el bombo de la Lotería de Nacional o el del Cuponazo de los viernes aprovechando un momento en que los ciegos no estuvieran mirando, podríamos pagar nunca lo que los niños de Alut, Mampalago y Oulampane en CASAMANCE (Sur de Senegal), nos han entregado en tres semanas de convivencia. Y sin esperar nada a cambio porque todavía los “tubab” (nosotros, los blanquitos del primer mundo) no les hemos introducido en las revolucionarias técnicas del marketing, esa ciencia que tanto ha mejorado nuestras vidas. Pobrecitos.

Javier Fesser